En un post anterior lanzaba para la reflexión las características que debería tener un gestor sanitario. No entré en un punto que en nuestro entorno es más crítico de lo que parece: la movilidad geográfica a la que obliga un cambio profesional. En mi último cambio he aterrizado en una gran compañía que tiene una característica cada vez más frecuente: la gente se mueve por España (o fuera de ella) cambiando de destino si quiere prosperar. En la públca es habitual que los gerentes se desplacen (es más, es curioso seguir las trayectorias de los gerentes de los hosptitales públicos de los últimos lustros: parece el juego de las sillas, cambiándolas entre sí sin dejar hueco para recambios), pero no mucho, no sea que los deslocalicen para siempre. En este sentido, aplaudo la valentía (y la fortuna, porque es una experiencia fantástica) de un amiguete (brillante neumólogo y empresario para más señas) que se vá a Méjico como gestor a liderar el desarrollo internacional de una de las grandes cadenas hospitalarias nacionales. No me cabe duda que han fichado a un crack, que deja atrás (o al menos de lado) su vida profesional en Barcelona para dar el salto durante unos años (como mínimo 4). Este tipo de oportunidades sólo se dan una vez en la vida, pero además se dan en pocas vidas en el mundo de la Sanidad, puesto que ni somos un mercado exportador de directivos de la salud, ni las empresas patrias se mueven demasiado hacia el extranjero. La globalización puede cambiar estos temas, así que en todo caso pensemos si nosotros lo haríamos...
Comentarios
Un salto peligroso. Porque la mayoría tiene luego que volver ---por fracaso u otras cuestiones--- al puesto de origen, donde, no sé muy bien por qué, no eres muy bien recibido.
En la sanidad privada supongo que será algo diferente. Aquí jugar a los médicos cuesta dinero.
Saludos desde Madagascar.
Saludos desde no tan lejos como Madagascar, aunque a veces lo parece.